Viejos amigos

Una visita inesperada, una conversación pendiente, y el peso de los años entre dos amigos que ya no son los mismos. Un relato breve sobre el tiempo, la culpa y los lazos que nunca terminan de romperse.

(RELATO CORTO)

1/25/20241 min read

— Te ves bien, Simón —le dijo el joven vestido de negro acercándose desde la espesura de la noche.

El viejo, que hasta entonces se encontraba sentado en una roca mirando hacia las luces del pueblo desde aquella colina, se levantó con esfuerzo y con las piernas temblando apoyó todo su peso en el bastón, y se giró hacia el joven.

— Tú te ves como siempre —dijo sonriendo — … Si estás de nuevo por aquí tan pronto, ¿significa que mi momento ha llegado?

El joven le devolvió una amarga sonrisa, y clavó sus ojos en la enorme luna que los iluminaba.

— Hubiera querido que pasara más tiempo, pero ya sabes cómo es este trabajo. No lo tomes personal.

Simón soltó una carcajada que al instante se transformó en un lamentable ataque de tos. El joven se acercó a él y lo ayudó a sentarse de nuevo en la roca. Tomó su bastón y lo examinó con cuidado: había sido tallado a mano delicadamente por su amigo. Infinidad de molduras y detalles que expresaban su gran amor por estar vivo.

— Quédate con él, ya no lo necesitaré… Pero antes de irte, ¿prometes visitarme cuando esté del otro lado? La próxima vez no me dejaré ganar en el ajedrez.

— Claro —respondió, y luego de una pausa interminable, añadió— . Solo quisiera saber si crees que valió la pena.

— ¿Cambiar mi trabajo como segador de almas por una vida humana? Lo haría una y mil veces más si pudiera.

El joven segador sonrió y se alejó, planteándose la posibilidad de seguir los pasos de su amigo, mientras sus dedos se deslizaban por los recovecos del fino bastón.

— Adiós amigo. Nos vemos del otro lado.

Pero Simón ya no contestó.