Llegando a casa
Un hombre disfruta de los pequeños regalos de la naturaleza. A veces, esto puede causar algún pequeño problema.
(RELATO CORTO)
2/14/20241 min read


Roberto era un tipo muy despistado que, sin embargo, era capaz de prestar gran atención a su entorno y disfrutar de los detalles. Quizá era precisamente por ese motivo que le costaba concentrarse, pues siempre que lo intentaba no podía evitar fijarse en lo azul del cielo, el sonido de las aves, la brisa en su rostro, y olvidaba aquello que reclamaba su atención.
No podía quejarse, era una de aquellas pocas personas capaces de apreciar cada minuto que la vida le obsequiaba.
Llegando a casa, andaba rítmicamente sobre el camino de piedra, como si sus pasos acompasados compusieran una canción, teniendo el murmullo del viento de fondo, y el trinar de las golondrinas como melodía principal. Notó lo perfecto que encajaba cada bloque de piedra en el camino, en cuyos resquicios las hormigas hacían su camino para atravesar el jardín.
Amaba las flores y el jardín estaba repleto de ellas, las nubes formaban divertidas siluetas y la sombra de los árboles mantenía fresco el ambiente. Frente a él estaba la casa, casa que sí era casa, acogedora como debe ser una casa, reflejando el buen gusto de su propietario.
Llegó a la puerta, y al intentar girar el picaporte labrado, no cedió. Lo intentó una vez más. Tampoco.
Volvió a su realidad, y al observar a su alrededor, pensó: «Esta no es mi casa». Dio media vuelta, y siguió su camino.