La sesión de espiritismo
Una familia se reúne para hacer una sesión de espiritismo, ¿se encontrarán con algo sobrenatural?
(RELATO CORTO)
3/7/20241 min read


La mayoría de asistentes a la sesión espiritista no estaban muy convencidos. Quien dirigía era Julia: la tía rara de la familia, la loca de los gatos, la oveja negra y adinerada. Se ganó su fortuna como adivina o, según creencia del resto de sus familiares, como charlatana.
—Si hay algún espíritu en este lugar, te invitamos a acompañarnos a nuestra mesa —comenzó Julia, luego de que todos se hubieran tomado de las manos, en círculo.
No se oyó nada por un buen rato. Hasta que todos lograron oir un gruñido. Se oía lejano, casi estático, y los nervios se crisparon.
—¿Quién eres? Dinos tu nombre por favor.
—Pepita…
Todos se quedaron de piedra. Pepita era la abuela, fallecida hace ya varios años. Sonaba con voz gruesa y algo distorsionada, casi de varón.
—Mamá Pepita — dijo Julia, casi al borde de las lágrimas — . ¿Has venido a advertirnos de algo?
Sólo se oyeron gruñidos. El pulso general de los asistentes se aceleró ante los rítmicos sonidos de bestia. La incredulidad se había disipado.
—¿Es una advertencia de muerte? ¿Crees que alguien entre los presentes está en peligro de morir?
— Julia… —dijo la voz, como alterada por una estática creciente. Luego, se oyeron rugidos desgarradores e inhumanos.
Los asistentes se pusieron de pie y huyeron despavoridos. Nadie notó que debajo de la mesa había un monitor de bebé, ni que su contraparte se hallaba en el dormitorio de arriba. El abuelo (que se había ofrecido a cuidar de su nieta) roncaba plácida y sonoramente junto a la cuna, soñando con su fallecida esposa y su hija Julia.