El oso que no podía hibernar
Un oso experimenta la soledad cada invierno, cuando el resto de osos hibernan y él no puede.
(RELATO CORTO)
2/1/20241 min read


Osvaldo era un oso pardo, y siempre la pasaba mal en los inviernos. Mientras el resto de osos se iban a hibernar, él se mantenía despierto, pasando frío y hambre, y esto siempre fue así desde que era un osezno.
La primera vez fue terrible. Su mamá estuvo profundamente dormida y no reaccionó cuando intentaba despertarla con todas sus fuerzas. Salió a vagar y pudo alimentarse de algunos insectos y a duras penas cazar un par de peces. Cuando el invierno acabó, estaba moribundo, flacucho y casi inconsciente.
Con los años, fue adquiriendo destreza para sobrevivir. Se hizo diestro para cazar y así poder tener más grasa para mantenerse nutrido en el frío. El resultado fue un Osvaldo enorme, el más grande de la región.
Acumulaba comida durante el otoño, y la que no se había hechado a perder para el inicio del invierno, la enterraba en la nieve para que se conserve por más tiempo. Siempre bajaba de peso al terminar el invierno, pero el ciclo volvía a empezar.
Era popular (y a veces temido) entre los demás osos, pero él se sentía solo. Cada invierno lo deprimía. Solía pasearse entre los otros veces a ver si alguno despertaba para hacerle compañía, pero esto nunca pasó.
Tiempo después tuvo a su Bruno, su hijo, el cual tuvo también la incapacidad de poder hibernar, por lo que Osvaldo le enseñó todo lo que sabía y no volvió a pasar un invierno solo nunca más.