El lobo feroz

La historia no contada del lobo feroz. Un relato acerca de la tragedia del hombre, y los instintos animales.

(RELATO CORTO)

3/28/20252 min read

Deambulo por el bosque, adolorido y magullado sin recordar muy bien cómo llegué aquí. Sólo tengo una certeza: estoy maldito.

Sediento, llego al río en busca de un poco de agua. Mi reflejo ya no es el que solía ser. Las orejas puntiagudas, el pelaje desaliñado y descolorido, las extremidades alargadas, los ojos ámbar encendidos.

Ya no soy más un cazador. He sido transformado en un lobo.

Pasan las horas y el voraz apetito me lastima, me enrosco sobre mí mismo como si me consumiera por dentro. Lo que sea, necesito algo de comer.

Cuando creo que ya estoy perdido, veo algo que primero me sorprende, luego activa mis instintos: Un cerdito intentando armar una casita de paja. Me acerco sigilosamente, pero él es astuto y, al verme, se esconde en aquel montículo. Me hace gracia, y empiezo a soplar con todas mis fuerzas. La paja se levanta y el cerdo queda expuesto. Corre chillando en dirección a unos troncos de madera que parecían servir de refugio para alguien más. Otro cerdito.

Su regordete trasero apenas y puede entrar por el resquicio entre los troncos, y sé que yo no quepo ahí. Ya no es divertido. Empujo y sacudo la improvisada cabaña, hasta que empieza a ceder y los dos cerdos huyen antes de que se les venga encima. Debo admitir que son rápidos. Corro tras ellos pero no los alcanzo, estoy cansado.

Para mi sorpresa, se refugian en una cabaña de material noble en el que un tercer cerdo se escondía. Miro a mi alrededor y no se me ocurre cómo ingresar. La entrada y las ventanas son muy pequeñas. Golpeo el tejado, quiebro los cristales, pero no consigo entrar. Por la ventana puedo verlos temblando, pegados contra la pared como si quisieran fundirse a ella. A pesar de estirar el brazo, no consigo alcanzarlos.

Resignado, me alejo de la cabaña buscando alguna víctima para saciar mi apetito. Esta maldición me consume, siento que estoy perdiendo mi humanidad y cediendo al hambre. A lo lejos, veo a una niña vestida de rojo. Parece que podré vivir un día más.